jueves, 11 de febrero de 2010

apocalipsis, the sequel

Come on let's twist again like we did last summer
Yea, let's twist again like we did last year

Chubby Checker



Adolescencia: La frontera final. Todo el miedo de las aguas desconocidas y de estantes llenos de libros, manos por leer, títulos que conquistar y demás. Uno es lanzado al vacío y con la ayuda de ciertos colchones familiares, usualmente no es tan masivo el número de sociópatas que se declaran culpables de asesinatos a los 25 años. Eso espero.

Mi abuelo cumplirá 74 años el martes que viene. Siempre ha sido un poco adolescente: Las paredes de su oficina en casa llenas de pósteres de sus ídolos, recortes de periódicos por todas partes, luchas políticas en su máquina de escribir y el carácter testarudo y bipolar de un joven que cruza la octava década de su vida.

Hasta hace 15 años, me citaba estractos de Selecciones del Reader's Digest, sea sobre las predicciones de Nostradamus, sobre el cáncer de estómago o sobre el comunismo satánico. Me abordaba con el entusiasmo y la sonrisa de alguien que sabe que sabe que me interesa, porque sí me interesa todo lo que él dice y piensa.

De un tiempo para acá, lo noto, no quisiera decirlo, pero, derrotado. Se enoja un poco más de la cuenta o se queda al margen de discusiones en la mesa. Se habla de un sinnúmero de cosas que se fueron de las manos de los pocos libros que ha leído, no están en los programas de televisión ni en los benditos periódicos. No lo ha dicho el papa en su último discurso.

Se trata de una torre inalcanzable de letras e imágenes que se llama internet. Don Humberto, mi abuelo, que nació con el escudo familiar de insignia, me preguntó hace uno o dos años, con la curiosidad de un niño: ¿Dónde está el internet?. Empecé a debatir sobre las redes, sobre el manejo colectivo de información y demás. El me hizo detenerme de nuevo: ¿Dónde está el internet?

La respuesta, es por supuesto, irrelevante, pero la pregunta sí es importante: Se dice que la cantidad de información que un hombre (europeo, blanco y con dinero, claro está) leía en toda su vida, equivale a la cantidad de texto existente en una edición del New York TImes. Los cambios que el mundo ha tenido en los últimos 50 años son más vertiginosos que todos los cambios ocurridos 400 años antes.

Un hombre, al hablar de su experiencia cercana a la muerte, cuenta que se le permitió ver dos mil años en el pasado y dos mil en el futuro y que todo era igual. Mcluhan (interpretable, por supuesto) nos bajó los humos hace 70 años, aclarando que todas estas maquinitas que nos hemos inventado son extensiones de nuestro cuerpo. Con la esquinita inferior izquierda de mi ojo, me doy cuenta que Alexander McQueen dies at 40 y que hay 148 invitaciones pendientes en feisuk.

Mi abuelo es un niño-adolescente. Ya me escribe correos y está descubriendo el gmail chat, busca informacion sobre santos y público pasivo para poder pelearse con alguien en la red. Quiere pintar y seguir comiendo comida chatarra a media noche. Como si fuera un personaje de Lars Von Tryer, hay algo aterrador en su felicidad: En sus ojos hay un descontrol casi total de todas las cajitas que conforman su vida.

Entonces, los suicidios colectivos. 2 mil años antes y después, son suficientes para que el mundo encuentre su cola y tenga que morir, porque estar vivos se volverá demasiada carga. Mi abuelo se dará cuenta que nunca habrá suficiente información y el compromiso de saber y sabernos se convertirá en una culpa irreversible, porque hará falta tiempo para saber y sabernos. Cualquier 2012 o 2013 vamos a explotarnos desde adentro para poder, por fin, dormir en paz y olvidar hasta el próximo futuro.

2 comentarios:

  1. Bestial Consuelo, nunca habia leido nada de vos, y esto como primera lectura me gusto mucho.

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  2. ¡Consuelo! (no puedo dejar de pensar en poner la palabra "profe"). Sigo con mi blog (aquel que nos hiciste crear en clase), lo había dejado volado pero un día de estos leí uno que me gustó y me inspiró a seguir escribiendo. Así que te mandé una invitación (mi blog no es público, me da meyo eso de que me roben las fotos...no son fantásticas, pero de tamales el mundo está bien lleno).

    También leí lo de tu abuelo. Me causó mucha gracia porque justo la abuela de un amigo mío anda en las mismas: descubriendo qué es Internet, la funcionalidad discreta del chat de Gmail y, más que todo, entender al mundo y su tecnología. Me gustó tu reflexión. Me acordé de cuando me siento ignorante porque siento que sé muy poco...aquella culpa de la ignorancia me ataca.

    Bueno, esto ya se hizo largo.

    Saludos y que estés bien "profe" (lo siento, tenía que hacerlo jajaja) :D

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